Trasversales
Lois Valsa

Memoria y fotografía: La crisis financiera y el (mundo del) arte

Revista Trasversales número 14, primavera 2009

Otros textos del autor en Trasversales


La historia aparece primero como tragedia y luego como farsa.
(Carlos Marx, 18 Brumario)
Si la prosperidad era falsa, ¿cómo sabemos que la crisis es auténtica?
(El Roto, 28/01/09)

Hasta hace bien poco las papeleras de las calles estaban llenas de suplementos económicos dominicales de los diarios que, al ser rápidamente arrojados a las más cercanas, quitaban mucho peso de encima a sus habituales compradores. ¡Abrumador y despilfarrador gasto de papel! Últimamente, con la “crisis”, esos mismos suplementos, antes desechados al momento, se han convertido en auténticos tesoros económico-informativos y son recortados, leídos y guardados con puntualidad y primor sobre todo por los que quieren, sin ser expertos o del ramo, tratar de entender de qué va la vaina de “la crisis galopante que padecemos”. En sus densas hojas se han escrito, desde los más diversos puntos de vista, artículos para dar y tomar sobre el origen de la crisis y, ya más recientemente, porque esto parece prolongarse sin remisión, sobre sus posibles salidas. Como decía, en uno de esos suplementos, Juan Ignacio Crespo, quien se ha convertido en uno de nuestros más cercanos analistas mediáticos...
... el estallido hace un año y medio de la crisis crediticia puso sobre la mesa cuestiones que de tan poco debatidas en los últimos años están ya casi olvidadas. Sin embargo, gracias a la cobertura en tiempo real que de la crisis han hecho los medios de comunicación, algunas de esas cuestiones, que en otra época estaban reservadas al debate entre especialistas, se las está planteando, de manera siquiera intuitiva, prácticamente todo el mundo (El País Negocios, 01/03/09).
Según el moderado y prudente Amartya Sen, en artículo también escrito en otro suplemento por este filósofo y economista llamado la “conciencia social de su profesión”...
...el origen de esta crisis está en el desmantelamiento de la regulación en EEUU bajo la presidencia de Bush y, hasta cierto punto, de las presidencias de Clinton y de Reagan. Durante esos años se eliminaron mecanismos de control que hubieran limitado la creación de activos tóxicos como los que han arruinado el sistema bancario. Esos controles hubiesen sido muy importantes porque ahora existen muchos mercados secundarios, como el de derivados y otros, que permiten a quienes generan esos activos tóxicos pasarlos a otros y quitarse de encima la responsabilidad. Ha habido una enorme falta de responsabilidad y necesitamos que el Estado establezca la regulación necesaria... La disminución del gasto social va a ralentizar la lucha contra la pobreza (Entrevista en El País Negocios, 08/02/09).
Es esta una de las muchas respuestas que se han dado al origen de una crisis sobre la que algunos desde dentro del mismo sistema habían alertado hace ya unos años, y no digamos los “alternativos”, continuamente tachados de “apocalípticos”, que desde hace mucho tiempo han cuestionado a fondo la misma estructura del sistema capitalista.

En este sentido, el radical pero pragmático sociólogo Immanuel Wallerstein, quien fue uno de los pocos que vio con antelación el desplome del imperio soviético, no se espanta hoy ante una crisis a la que ve “como ordinaria y como parte de un ciclo en el que hemos visto esta situación múltiples veces durante quinientos años”:
Lo que me parece importante es distinguir lo excepcional: que desde hace treinta años estamos viviendo la transición del sistema capitalista hacia otro, del cual no sabemos nada... dentro de unos años no viviremos en un sistema capitalista. ¿Dónde viviremos? No lo sabemos, el nuevo sistema podría ser mucho mejor, pero también mucho peor (Entrevista en El Mundo, 01/03/09).
En su conferencia en el Museo Reina Sofía estuvo hablando precisamente, como introducción del tema, sobre los ciclos Kondratieff. Al mismo tiempo, Wallerstein ponía en duda el “buenismo” de Obama porque cree que no podrá responder a las exigencias de todos los que han votado por él desde la izquierda hasta el centrodrecha, aunque no es tan pesimista como Noam Chomsky:
Hay ciertos izquierdistas de mi país que dicen que Obama no es diferente de los demás. Para este grupo, muy minoritario, no hay diferencias... La gran mayoría de la verdadera izquierda ha apoyado la llegada de Obama, sabiendo que será difícil imponerle una verdadera política de izquierdas.

Noam Chomsky aparecía poco después como por ensalmo para responderle (hablaba además de Internet y de la libertad de expresión y la nula respuesta de Obama a la invasión israelí de Gaza) sobre todo en relación a la lluvia de millones para salvar a los bancos de su país:
¿Qué ha hecho Obama para lidiar con la amenaza? Rodearse de gente que contribuyó a crear esta crisis, como Timothy Geithner, Laurence Summers, los banqueros, y encontrar una fórmula para rescatar el sistema que ellos dominan y controlan. Todos los millones que Occidente está volcando para salvar sus instituciones financieras no sirven de frente a una crisis mucho mayor: hay mil millones de personas al borde de la muerte por inanición. Ésa es la crisis verdaderamente grave, y ese dinero no hace nada por ellos. Curiosamente, no lo he leído en un periódico americano, sino en uno de Bangladesh. Lo que más me sorprende, además, es que los periodistas de aquí nunca mencionan que todas las medidas que ha tomado Obama son exactamente las contrarias que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) recomiendan a los países pobres para salir de sus crisis (Entrevista en El País, 02/03/09).
Y al final de la entrevista, ante la pregunta sobre “si se ha sentido alguna vez como un Don Quijote” respondía: mis molinos de viento son reales y algunos incluso los hemos abatido.

A comienzos de 2009 ya se compara la crisis financiera actual, que ha ido pasando de simple retroceso a pura recesión y luego a dura depresión, con la fuerte y devastadora crisis del 1929, La gran Depresión. Parece que la discusión está en si esta crisis se asemeja a la Gran Depresión o a la década perdida en Japón, en los noventa (Joaquín Estefanía, El País, 22/02/09). Sin embargo, en relación al arte, no está de más recordar que durante aquellos años críticos el mundo del arte tardó bastante -el desplome del 1929 continuó hasta julio de 1932- en dar(se) cuenta de que el mundo económico se estaba resquebrajando. En diciembre del 2008 la Bolsa ha cerrado su peor año desde 1929: “el ejercicio más traumático y más difícil desde 1929”(A. Zoido, presidente de Bolsas y Mercados Españoles, BME). Pero el mundo del arte parece ahora, igual que en el 29, no dar(se) cuenta de la gran crisis financiera. ¡Esto es al menos lo que sentí observando y dando cuenta del magnífico otoño expositivo de Madrid (ver El otoño expositivo en Madrid)! Y, sin duda, la fotografía guardará memoria de estos momentos de la misma forma que la tensión de aquel momento se puede apreciar, concretamente, en una foto del día 29 de octubre en la que podemos observar cómo los inversores se congregan, expectantes, ante las puertas de Wall Street. Si bien la realidad de los datos de las ferias de Londres (Frieze), París (Fiac) y Berlín (Art Fórum) no daba mucho aliento al mundo del arte por sus bajos resultados, Art Basel de Miami, sin embargo, elevó tanto los ánimos que un diario llegaba a titular “el arte vence al mercado”, lo que aclaraba con un titular más preciso del Miami Herald en primera plana: Back to Art. Quería señalar que a esta feria habían vuelto, después de huir los especuladores, los coleccionistas serios y fieles de toda la vida, pues como decía en Miami Rosa de la Cruz, una importante coleccionista, va a haber una especie de purgación, algunas galerías sobrevivirán y otras no. Pero es un buen momento para comprar porque las galerías están dispuestas a negociar. Art Basel Miami, en la que, curiosamente, se había visto mucho arte europeo, y, a diferencia de las ferias de París, Londres y Berlín, y gracias al coleccionismo fiel, parecía, a pesar de la bajada de las ventas, haber salido airosa de la crisis. Más tarde, a pesar de un contexto de malos resultados en las subastas de Christie´s y Sotheby´s, y del recorte de los presupuestos de la mayoría de los centros de arte y museos del país, la Feria de Arco de Madrid (febrero 2009), donde se temía lo peor por un descenso de galerías importantes, parece, aunque no se han especificado los datos, que también “se ha salvado del zarpazo de la crisis”. ¡Las galerías que participaron en ella no hablan, en general, mal de la feria! Por último, aunque el invierno expositivo en Madrid no ha llegado a alcanzar desde luego, ni en cantidad ni en calidad, la brillantez alcanzada en el otoño, sí ha habido buenas exposiciones.

Durante la Gran Depresión el mundo del arte parecía no percatarse, y algunos ejemplos nos lo confirman, de los caóticos vaivenes de las finanzas: justo una semana después del hundimiento de la bolsa de Nueva York se inaguraba en la Quinta Avenida una gran institución privada de arte, el MoMA; y en aquel mismo negro año, Sert pintaba, muy bien remunerado, los murales Waldorf Astoria, y en el comedor del lujoso hotel se celebraba un banquete de gran copete. Además, también en 1929, Alfred Barr publicó el manifiesto Un nuevo museo de arte en el que defendía un arte vivo que rompiese las barreras entre alta y baja cultura, y un tipo de museo que, al abrirse al diseño industrial, al cine y a la fotografía, fuese un auténtico reflejo de la producción de masas. Más tarde, en 1932, en una exposición muy señalada, aunque antes hubo otras, como fue la de Arquitectura moderna, se pusieron las bases del Movimiento Moderno frente a los fastuosos excesos decorativos del Art-déco como arte oficial de la época. También en 1932, el mejicano Diego Rivera decoró con frescos las paredes del Rockefeller Center. Su mensaje, El hombre ante la encrucijada mira con esperanza un futuro mejor, trataba de transmitir, claro está, confianza a los inversores pero no se mantuvo mucho tiempo pues los millonarios no estaban ya para cachondeos como el de aguantar (¡delante de sus narices Lenin!) las críticas visuales contra el capitalismo salvaje realizadas por el revolucionario pintor. Al tiempo, el presidente Roosevelt, con su New Deal, apoyó con dinero del Estado, algo nunca visto antes en un país como EEUU, un arte oficial con fines propagandísticos para reanimar la moral de sus ciudadanos. En 1936, la Farm Security Administration, ligada al New Deal y financiada con fondos aprobados por el Congreso, encargó una serie de reportajes fotográficos sobre la miseria de la América profunda. Resultado de ello fue un importante libro (Let Us Praise Famous Men), que no apareció hasta 1941, con los textos de James Agee y con las fotos previas de Walker Evans, quien a su vez quería mantener su independencia fotográfica frente al Gobierno, en las que mostraba los rostros y las viviendas en las que transcurría la dura vida de los aparceros de Alabama. Evans se había consagrado antes con su primera exposición individual en el Museo de Arte Moderno de N. York en 1933, en plena Gran Depresión. En ese mismo año se publicaba El crimen de Cuba, con 31 fotografías de Evans, denunciando las duras condiciones de vida de los cubanos bajo la dictadura militar de Machado. En 1938 en el mismo museo se presentaba su exposición y libro American photographs que no hubiera sido posible sin su trabajo entre 1935 y 1938 para la FSA. En marzo de 1936, Alfred H Barr Jr. había organizado en el MoMA una Cubismo y arte abstracto a la que invitó al escultor español Julio González a quien el museo compró una obra. ¡En esa época era inaudito que un museo adquiriera obras de artistas vivos! Por último, en 1936 también había salido a la luz la revista Life como medio de difusión masivo y popular de la fotografía, y desde luego un referente en la historia del fotoperiodismo.

Durante la crisis del 29 corrían rumores de que los recepcionistas de los hoteles preguntaban a los hombres de negocios si iban a utilizar la habitación para dormir o para arrojarse por la ventana ya que en el segundo caso debían pagar por adelantado. En sus artículos, Groucho Marx, al tiempo que criticaba la mucha bazofia que los analistas financieros habían escrito sobre la crisis del 29, la sintetizó muy bien contando cómo un antiguo asesor suyo que le había llamado por teléfono desde Nueva York le dijo: “¡la broma ha terminado! Antes de que yo pudiese contestar, el teléfono se había quedado mudo... se suicidó”. ¡Y Groucho Marx también se arruinó! Pero si antes los negociantes se tiraban por la ventana ahora lo que hacen los ejecutivos es “blindarse” primero y luego “tirar la casa por la ventana”. Si aquella “crisis” aún fue “trágica” en esta “crisis” se ha montado una “gran farsa” (incluso se la llama “nacionalización”) de inyección de dinero público, a fondo perdido, y sin pedirle responsabilidades por el desastre que han causado, a favor de los mismos que han provocado la “toxicidad”. Últimamente, aunque antes ha tenido otras expresiones, la “gran farsa” se ha manifestado escandalosamente en una gran estafa financiera piramidal destapada en EEUU en la que su responsable principal, Bernard Madoff, que burló todas las regulaciones, le acabó confesando a sus hijos: “Todo esto es sólo una gran mentira”. ¡Cómo nos recuerda la expresión del asesor de Groucho! Más tarde ha aparecido un segundo Madoff, Allen Stanford, que ha defraudado 6.400 millones con su mismo estilo piramidal y con rentabilidades falsas (El País, 18/02/09). En España, como ejemplo de esta enorme “farsa”, tenemos el muy sonado caso MARTINSA (Público, 12/12/O8). Pero sin olvidar la corrupción posterior, aunque ya viene de muy atrás, al menos desde Marbella, y cada partido debe aguantar el palo de la vela que le toca, que está persiguiendo el juez Garzón en el entramado del PP. Groucho Marx concluía:
Creo que el único motivo por el que seguí viviendo fue el convencimiento consolador de que todos mis amigos estaban en las mismas condiciones. Incluso la desdicha financiera, al igual que la de cualquier especie, prefiere la compañía.

¡O la rebelión en compañía! Por ejemplo, los estudiantes de Grecia no se conformaron con el puro consuelo y salieron durante el otoño pasado, con rabia acumulada de años, directamente a la calle, a protestar. Chomsky en la entrevista antes citada, en relación a la pregunta “¿cree que la crisis económica podría provocar una crisis de valores que lleve a un cambio en la forma de organizarnos social y políticamente?, respondía:
Ya está ocurriendo, creo que está bajo la superficie, y la mayoría de la gente la está empezando a sentir de forma instintiva. En la literatura popular del siglo XIX, uno de los temas principales es que quien trabaja el molino debería poseerlo. Hay muchos escritos de la revolución industrial de campesinos que dicen: “El sistema industrial nos ha quitado nuestra cultura, nuestra individualidad, nos ha convertido en herramientas en manos de otros”. Esas cosas las escribió gente que jamás había oído hablar del anarquismo o del marxismo, pero lo pensaba de forma instintiva. Esta crisis vuelve a impulsar esas ideas.

Sin embargo, lo más difícil por lo visto es reconocer antes que “la ideología del capital” se ha impuesto:
Es significativo comprobar que la ideología del capital se ha impuesto de tal modo que yo no conozco ningún análisis de la crisis actual que vaya al fondo de la cuestión. Los economistas dan por bueno el sistema en sí mismo, pues creen, errónea o cínicamente, que responde a leyes científicas, eternas e inviolables, de una economía abstracta y matemática (“El viejo Marx, resucitado”, José A. González Casanova, Público, 15/02/09).
Por su parte, Franco Berardi (“Bifo”), participante en los movimientos autónomos y creativos de los años setenta, señalaba que “el capitalismo sólo puede acabar con un cambio en los imaginarios” al tiempo que afirmaba que “la catástrofe debía transformarse en subversión”.
Por lo que, ante una situación como la actual, en la que parece que no se quiere o no se puede entender la auténtica naturaleza de la crisis, J. M. Naredo, entre otros, nos ha venido advirtiendo, en sus últimos artículos en el diario Público, además de sobre el desmantelamiento anterior de la banca pública en España, del peligro de bancarrota del Estado: “la insolvencia privada, por el conformismo social, se acabará trasmutando en bancarrota del Estado”. Según Naredo, como estamos en un contexto muy diferente al de las insuficiencias de la demanda del 29 y por tanto ignorantes de la verdadera naturaleza de la crisis actual como enorme pinchazo inmobiliario y financiero, debemos criticar...
...las panaceas keynesianas fuera de contexto: en primer lugar, las propuestas de Keynes se sitúan hoy fuera de contexto porque estaban orientadas a cubrir, mediante el aumento del gasto público, las insuficiencias de la demanda que frenaban la marcha del carrusel de la producción y del consumo en sus momentos bajos...En segundo lugar, se olvida que el giro intervencionista ya se había producido hace tiempo en EEUU para evitar que el reciente ciclo alcista remitiera en el 2000. El Fondo Monetario Internacional y el Banco de Pagos Internacionales certificaron que “la burbuja del mercado de acciones había explotado” financieramente en la bolsa de Nueva York un año antes que este mercado lo hiciera físicamente con el atentado del 11 de septiembre.

No está la raíz del problema en la debilidad del consumo que se quiere reactivar a toda costa sino en el pinchazo de la burbuja inmobiliaria-financiera por lo que, no creyendo en la “soberanía del consumidor”, hay que desenmascarar la absurda salvación por el consumo (Público, 8/3/09). Y sobre todo entender la naturaleza perversa del sistema ideado por Adam Smith (La riqueza de las naciones, 1776) al que le preocupa mucho más forzar la producción (el lucro) que entender las verdaderas necesidades de la gente.
Al mismo tiempo, es muy importante tratar también de entender aún más a fondo el significado de la crisis en la que estamos sumergidos actualmente. ¿Estamos, pues, ante una simple “crisis” o más bien estamos ante una “auténtica crisis cultural y de valores”, no sólo económica, sino también de ideas y de creación, y sobre todo de “civilización”? La banalidad, infantilismo y frivolidad de un sistema que se muestra tan incapaz a la hora de dar respuestas claras y profundas a la situación que padecemos parece indicarnos tal cosa. A nivel artístico, el reciente premio Turner podría ser un ejemplo concreto y preciso de tal vacuidad, aunque se podrían citar muchos otros de más calado, como, por ejemplo, el del MOCA y el peligro que corre, por deudas y falta de patrocinadores. El MOCA, o sea el Museo de Arte Contemporáneo de los Angeles, uno de los centros de arte más rompedores de EEUU y con la parte más importante de la mítica Colección Panza, en un país en el que gran parte de los museos son de titularidad privada y dependen del mecenazgo. Hay que señalar que los museos de arte contemporáneo se van a llevar la peor parte de la crisis porque se han multiplicado alocadamente en los últimos tiempos.
Este crecimiento ha sido impulsado por el vertiginoso aumento del mercado de arte actual, por la presión mediática y por la rentabilización política, entre otros factores característicos de una sociedad que se ha modernizado hasta el punto de que no ve ni aprecia nada que no sea la moda del presente. (“Crisis de identidad”, Francisco Calvo Serraller, El País, 01/12/08).

La dirección de este museo, como publica Los Angeles Times, ya antes de la crisis bursátil y financiera se había pulido sus reservas, de la misma forma en que lo han hecho los ejecutivos en sus entidades (“muertos vivientes”), y es un buen ejemplo por tanto a nivel de arte de la profunda crisis de civilización en la que está sumido el capitalismo económico salvaje y su “casino” repleto de valores de ficción. Por eso es muy importante, y antes he entrecomillado que Arco “se había salvado del zarpazo de la crisis”, entender también la crisis por sus metáforas (“giro lingüistico” o reflexión, en filosofía y también en arte, sobre el lenguaje mismo en que se dice) ya que “lo que llamamos crisis depende del modo en que se hable de ella”: “sin los cuentos a los de arriba no le salen las cuentas” (Emmánuel Lizcano). Este sociólogo distingue en el discurso mediático-político sobre la crisis tres tipos de metáforas: las primeras metáforas son las de naturalización pues presentan los fenómenos económicos como si fueran naturales (tsunami, por ejemplo) por lo que se anula la responsabilidad del sistema que así cae sobre todos por igual y como nadie es responsable al tiempo se inyecta miedo y resignación a la población; las segundas metáforas son las médicas (por ejemplo “el cuerpo de la economía) que presentan las “cosas” como “organismos vivos”, como seres humanos dolientes que necesitan solícitos cuidados médicos, o sea liquidez/sangre que debe ser transferida a los “flujos financieros del capital”. ¿Quién será tan cruel para negarse a tal transfusión? ¿Quién se negará a consumir? Además si el sistema crediticio es el que sufre no puede ser de ninguna manera el que nos hace sufrir; y las terceras son las metáforas de personalización (por ejemplo, los mercados “castigan” a las divisas y las Bolsas responden “con alegría”) que sirven, una vez cosificado, naturalizado, medicalizado y humanizado el tinglado económico, para dotarlo de todos los atributos humanos de persona autónoma que siente y actúa como cualquiera de nosotros, con sus alegrías y depresiones. ¡Izquierda y derecha usan por lo visto metáforas idénticas y sólo difieren en la condición del “médico”! Así nuestro propio poder enajenado se convierte en un fetiche (Estado/Mercado) que se independiza y se nos impone desde fuera como “una voluntad inapelable e implacable”.
Esta crisis de “civilización” la comparaba Enrique Gil Calvo (“La isla de Pascua y el colapso global”, El País, 26/02/09), siguiendo el relato (Colapso, 2005) del geógrafo evolucionista Jared Diamond, con la floreciente civilización de la Isla de Pascua que se embarcó en un proceso de crecimiento acelerado hasta el siglo XVII para a partir de ahí (1680) precipitarse en una vorágine de autodestrucción colectiva que acabó con su civilización antes de la llegada de colonizadores europeos. Los diferentes clanes de Pascua se pusieron a competir, en un juego colectivo de prestigio, en la erección de moais (estatuas gigantes erigidas con fines ceremoniales, cerca de novecientas, que hoy se pueden admirar en un páramo perdido y casi desierto) y acabaron agotando el bosque de donde sacaban, para transportar sus grandes piedras, la madera con la que construían sus canoas con las que a su vez pescaban su principal fuente de proteínas. ¡Guerra civil, hambre y extinción consiguiente! En nuestra civilización, según Gil Calvo...
...los moais son las burbujas especulativas que erigen nuestros clanes estatales y empresariales, unos “moais” hechos de especulación financiera e inmobiliaria que, al adentrarse en una escalada de intensificación de la competencia, no tardan en agotar los recursos productivos de la economía real.

Al tiempo, Gil Calvo, desconfiando del “keynesianismo light a lo Obama” como salida liberal que parece destinada a fracasar, ve otras tres posibles salidas a esta crisis de escala global: una de intervención hardcore de los estados con nacionalizaciones masivas de la banca y de las empresas en quiebra con el posible cierre de las bolsas que implica la supresión o al menos la suspensión de los mercados libres sustituidos por un proteccionismo mercantilista de estilo chino e inspiración prusiana; si la primera no funciona, comenzará a ser posible y quizás probable otra salida violenta, bélica o incluso revolucionaria; y la última, al menos teórica por improbable que sea, que la actual crisis de los mercados sea una verdadera crisis del sistema capaz de dar a luz un nuevo modelo de sociedad sostenible diferente a la del depredador capitalismo neoliberal que, de ciclo a ciclo y de burbuja en burbuja, lleva al planeta a un colapso como el de Pascua pero ahora ya global.
Por último, cuando le preguntaban a Lizcano “¿si había metáforas críticas?” éste respondía:
No abundan. Muchas de las críticas asumen las metáforas fundamentales y se condenan a perpetuarlas. Plantearse, por ejemplo, maneras alternativas de “encarar la crisis” es seguir personificándola. Pero también hay quienes hablan no de“hacerle frente” sino de “darle la espalda”. Dar la espalda a la mediación del dinero que el sistema postula como necesaria, progresiva y universal es ya jugar verdaderamente a otro juego.
Sin embargo debe de ser muy difícil no entrar en las metáforas del sistema: ¿“hacerle frente o darle la espalda” no forma parte de la misma metáfora? Además, a nivel de vida cotidiana, ¿puede “darle la espalda” de la misma forma un “no funcionario” que un protegido funcionario?: Los discursos de izquierda no niegan, por ejemplo,“la voluntad de los mercados”, aunque exigen ponerle coto mediante “la voluntad de los estados”. Una y otra sólo difieren en la condición del médico, aclaraba el sociólogo. Pero, ¿no se le plantean contradicciones al funcionario del Estado? ¿Cómo salirse entonces de la Economía (“de la mediación del dinero”) y del Estado y de las metáforas que alimentan estos fetiches? Se puede pensar que yendo más allá del “giro lingüístico” (a la postre también “occidental y eurocéntrico”), y con un profundo “giro antropológico” que nos pueda distanciar del mundo “económico” para así lograr ver, por un lado, cómo algo tan “artificial” como la Economía ha pasado a ser algo “tan natural y de toda la vida”; y, por otro lado, al tiempo, recuperar, otros “principios sociales” inscritos en otras culturas sin Estado (“intercambio simbólico primitivo”) previas al mundo económico característico sobre todo de la civilización occidental. Esto desde luego es muy difícil porque la “ideología del capital” se ha impuesto de tal manera que nubla los análisis de casi todos los “expertos” y les impide llegar, con radicalidad, al fondo de la cuestión. Por todo ello, además de la crítica a Adam Smith y a los economistas clásicos y neoclásicos, ¿no debemos tener la valentía y el rigor para, en lugar de “resucitar al viejo Marx”, tratar de entender que Prometeo Marx (un gran teórico del capitalismo y profeta de su muerte de éxito) forma parte del mismo problema “económicoliberalmarxista” que se cuestiona, aunque se presente como su más acervo crítico. La situación actual de colapso del sistema de Progreso lineal, y en Arte ya se ha visto, con el arte primitivo y la escultura africana como ejemplos, que no existe tal Progreso, ¿nos va a permitir vislumbrar, en medio de la crisis global, otras formas de pensar y de vivir radicalmente diferentes que ya, en otras sociedades, antes de que se impusiese el Estado y la Economía a sus gentes, existieron?

 

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