Trasversales
Joan Lluís Montané

La postmodernidad y el abandono de las utopías

Revista Trasversales número 13 invierno 2008-2009

Joan Lluís Montané es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte

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La irrupción del Arte Postmoderno engloba lo característico de la postmodernidad, en consecuencia, lo que contiene a nivel artístico, social, cultural, político, etc. Introduce una inflexión en el arte actual. Una inflexión respecto al arte producido por la vanguardia histórica y también el generado inmediatamente después de acabarse la Segunda Guerra Mundial y años posteriores. El arte Postmoderno supone ir más allá de las convicciones de la Modernidad. Es decir, además, con respecto a todo aquello que se construye, crea, idea, desarrolla y asienta a partir de la época contemporánea. Del contemporáneo al postmoderno. Lo posterior a lo moderno, lo posterior a lo contemporáneo, para internarnos en lo actual y postmoderno.
Esto empieza a suceder a partir de los años 70 tanto en el Viejo Continente como en Estados Unidos, a partir de la irrupción de la Transvanguardia italiana, el Neoexpresionismo alemán, el Neomanierismo, el Neominimalismo, el Neosurrealismo, el Neodadaísmo, el Neoconceptualismo, la nueva geometría, la deconstrucción, el arte postsocial y todos los neologismos que de alguna forma revisan los conceptos plásticos anteriores.
La Posmodernidad no cree en el progreso, no tiene confianza en el futuro, hay fracaso, se habla, escribe y se palpa el fracaso de lo moderno, dentro de una crisis financiera, económica, política, espiritual, cultural e ideológica.
El arte posmoderno se opone al arte moderno en el sentido de que este último venía de una evolución, en el aspecto de estar conectado con la sociedad que lo ampara y lo invita, incitándole a evolucionar porque sus autores se consideraban parte inexcusable del mismo.

El arte en sí mismo como punto de inicio y final

Lo postmoderno en el arte rechaza los principios del arte de vanguardia del siglo XX que se fundaba en la eliminación de las barreras sociales entre el arte y el individuo.
Los vanguardistas históricos, la mayoría utópicos, pero a la vez coherentes, intentaban eliminar la distancia existente entre el arte y la vida, la creación artística y la existencia; además de universalizar el arte. Mientras que el artista postmoderno es autolimitado pero también autoicónico direccional y referencial. Es decir que el arte habla y medita, profundiza y desarrolla el arte. Es el arte para el arte, con, desde, hacia, hasta y al final con el arte.
La expresión artística es producto del arte mismo, es decir que no intentan llevar a cabo una labor de aproximación a la sociedad, sino que el arte se convierte en icono de sí mismo.
Los distintos conceptos que configuran el denominado Arte Moderno llegaron a admitir la imposibilidad de ser uno absoluto con la realidad, de canalizarla y estructurarla a su conveniencia. El arte moderno y también el contemporáneo, se dedicaron a aproximarse a una realidad inmaterial, a una crítica social, a una actitud de búsqueda utópica, tanto por parte del surrealismo, que es introspectivo y extrospectivo a la vez, como en relación a las formas artísticas inmateriales, tales como el arte Mínimal, el arte Conceptual, el Land-art, el Body-art, el arte Póvera y el Happening, entre otros.
El arte inmaterial, el arte va más allá, pero debido a la lógica de las galerías, que se apropiaron de estos estilos y los mercantilizaron, es decir, los adocenaron, la utopía fracasó de nuevo. El mercado aglutina la expresión plástica artística por más pura e idealista que ésta sea. Desde el momento en que galerías, ferias y marchands se apoderan del arte para comerciar con él se acaba la utopía y comienza la especulación.
El arte, cuando se genera por el artista está en estado puro, si consigue entrar en la sociedad e influir en ella se está realizando el proceso de aproximación. Pero, si el mercado con sus precios y su capacidad de glamour los apartan del consumo masivo y de la visión cotidiana para insertarlo en una dinámica alcista pierde el contacto con la sociedad en su conjunto.

La vuelta al arte-objeto, a palpar la materia


Por eso, al surgir los posmodernos, estos vuelven sin recato, renunciando a lo utópico, a lo inmaterial por sí mismo, a la obra de arte-objeto, a la creación artística material, concreta, coherente, configurada a partir de lo delimitado, de lo que está concentrado en la praxis de la materia.
Se da un claro retorno al arte por el arte. El arte postmoderno define, concreta y desarrolla ideas que sustentan teorías en torno al fracaso del arte de vanguardia como arte totalmente imposibilitado en su dinámica de posible incidencia en la historia real; aunque sea un arte de denuncia, político, social o de compromiso, pero sus creadores saben que no tienen ese papel de abanderados en este aspecto.
Incluso constatan que se ha producido un vacío entre el artista, el arte y la sociedad del momento. Un vacío en el sentido de implicación, pero no de conexión real. Hay ventas, se valora el arte, se introduce y se realiza una labor didáctica, pero no se implica de manera absoluta en los quehaceres de la realidad.
¿Y ello por qué es así? Muy sencillo, porque el público, una parte importante del mismo, si exceptuamos a coleccionistas, instituciones, profesionales del sector, los propios artistas y determinadas personas que se sienten y se definen como apasionadas del arte o conocedoras del mismo, sigue siendo clásico, mientras que el artista ha avanzado, evolucionando más allá.
Los postmodernos retoman la crisis del objeto artístico de los setenta, reivindicando el arte en toda su pureza, casi como institucionalizándolo, porque son conscientes de que ha obtenido un rotundo fracaso la pretensión de las vanguardias de integrar el arte, la expresión plástica a la sociedad.
De hecho los artistas postmodernos no son partidarios ni proponen nuevas ideas o propuestas, sino que tan sólo reinterpretan la realidad que les envuelve.
Repiten, en suma, imágenes ya inventadas, anteriores, que pierden, de esta forma, su sentido original, confiriéndoles nuevos sentidos y significados.

Lo espiritual en el arte


A pesar de todo lo dicho considero que no se pueden marcar diferencias drásticas entre los modernos y contemporáneos y los creadores postmodernos, porque todo tiene su explicación y su lógica evolutiva en el seno de la propia sociedad.
Es más, en la actualidad, los postmodernos están dando paso a nuevos creadores y artistas que han superado los conceptos de los mismos, ideas y nuevas concepciones del arte, marcadas por la influencia de la ciencia, la física cuántica, la espiritualidad interior y se denota un cierto giro a una incipiente pero clara incidencia hacia las conquistas de las nuevas utopías.
Los posmodernos defienden la cultura popular, la mistificación, la fusión, el proceso de hibridación, siendo selectivos, son deconstructores, tomando elementos estilísticos del pasado.
Se nutren de formas y estilos artísticos del pasado, huyen de la innovación, creando fusiones, mistificaciones, fomentando la repetición, la reinterpretación, reformulando conceptos, ideas y desarrollos plásticos, pero partiendo de imágenes ya existentes, de ideas ya desarrolladas.
El fin buscado es la mezcla, la fuerza de la determinación de la fusión de lo complejo, en un sincretismo claro.
Mezclan obras figurativas con arte abstracto, con referencias icónicas, fragmentadas. No les importa mezclar arte moderno, con vanguardista, arte contemporáneo con clásico, primitivo o popular. El arte se autoinventa, se reinventa, es objeto y finalidad en sí mismo.
En Europa el arte postmoderno es menos crítico que el arte postmoderno norteamericano que, además, posee, un sello reflexivo que lo diferencia claramente.
A pesar de todo, el arte postmoderno define la creación de la actualidad, tanto de finales del siglo XX como de principios del siglo XXI, aunque como he dicho antes, está dejando paso paulatinamente a un nuevo concepto artístico, que siendo individual y sincrético, es también, en determinados creadores, espiritual, con lo cual volvemos a la potenciación de la utopía, a la búsqueda de la perfección.
Estos artistas, cada vez son más, están bien repartidos a nivel mundial, especialmente afincados en América y Europa.
Se ha superado el postmodernismo y los lenguajes Neopost y se está apostando por un arte espiritual cósmico y universal, lanzando un mensaje innovador a la sociedad de espiritualidad y autoconocimiento, de fuerza interior y de interrogación reflexiva.



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