Trasversales
Miquel Monserrat

Las razones de Bibiana Aído

Revista Trasversales número 11,  verano 2008

Textos del autor
en Trasversales


Poco tiempo lleva de ministra, pero ya ha sufrido tres campañas de desprestigio. Pero en las tres ocasiones tenía ella razón.

En primer lugar, se la ocurrió hablar de miembros y miembras. Y ahí salieron en avalancha a protestar algunos de los que han aceptado la palabra marketing como castellana en el mismo diccionario que define pederastia como abuso sexual sobre niños pero admite como segunda acepción la práctica del coito anal, sin aclaración alguna sobre lo anacrónico de tal uso de la palabra.

Era evidente que Bibiana no desconocía que "miembra" es una palabra "sin papeles", su sonrisa lo demostraba claramente. Estaba haciendo un guiño a las organizaciones de mujeres, en cuyo seno está muy generalizada la palabra miembra. Y estaba resaltando que las normas sobre uso de la lengua reflejaban aún una situación de poder masculino. Era un acto político.

Acabo de oír a una periodista de ABC insistir que decir miembra en vez de miembro sería como decir "la munda" en vez de "el mundo". Es una estupidez, pues mundo, como Tierra, se refieren a algo unívoco, sin carácter sexuado alguno. Decir "la munda" o "el tierro" no aportaría más información que decir el mundo o la tierra.
Por el contrario, nombrar miembro o miembra, en singular, permite, con el mismo esfuerzo, aportar información sobre si hablamos de hombre o mujer. En cuanto al plural, cuando se dice miembros según las leyes de la RAE no sabemos si se habla sólo de hombres, sólo de mujeres o de una mezcla. El uso del término "miembras" permitiría aclarar al menos una de esas situaciones, también con el mismo esfuerzo, aunque, mientras se mantenga la regresiva regla del masculino genérico, "miembros" seguiría en la ambigüedad sobre si se refiere a un grupo de hombres o a un grupo mixto. Es cierto que la repetición es un tanto aburrida, pero es una estrategia coyuntural válida contra el corsé académico. Una solución parcial, salvo que se introduzca una tercera palabra, lo que tal sea muy forzado, es el libre uso del plural ante colectivos mixtos, eligiendo cada cual el uso del masculino o del femenino. Realmente, veo ridículo que ante un auditorio de 70 mujeres y tres hombres quien habla deba decir "queridos amigos". Libertad pues en el uso del plural. ¿No podría aceptar eso la RAE?
Por cierto, me he dado cuenta que entre los más virulentos contra la subversión feminista del lenguaje patriarcal abundan los que se quedan tan tranquilos cuando destacados periodistas o políticos usan la inexistente palabra "preveer" (recuerdo, por ejemplo, al señor Acebes) y los que no tienen empacho en usar el femenino genérico en "secretarias", "enfermeras" o "trabajadoras del hogar", profesiones todas ellas mixtas.

En segundo lugar, la biblioteca especializada. En España hay centenares de bibliotecas especializadas sobre los temas más diversos, y resultan muy útiles para quienes investigan en esos ámbitos, ya que pueden disponer de todo el material que necesitan en un solo centro. Y ahora mismo en España hay centenares de personas implicadas en estudios de género, con equipos en todas las universidades, etc. Nunca dijo Bibiana Aído que en esas bibliotecas sólo pudiesen entrar mujeres. Por otra parte, esa biblioteca se basaría en otra ya existente, cuyos fondos estuvieron mucho tiempo localizados en un local de la Comunidad de Madrid, hasta que Esperanza Aguirre los desalojó sin ofrecer alternativa. ¿Por qué puede haber una biblioteca especializada sobre las hormigas o el fútbol y no una sobre mujeres y estudios de género?

En tercer lugar, el velo. Pues tiene toda la razón en lo que ha dicho. No estamos hablando de si hay que prohibirlo o cosas así, sino de algo mucho más simple. La doctrina religiosa según la cual las mujeres deben llevar velo, mientras los hombres pueden ir en pantalón corto y manga corta, es sin duda alguna una doctrina reaccionaria y patriarcal. No tiene nada que ver con "la cultura", se trata de política. Si eso fuese "cultura", cualquier barbarie hegemónica también lo sería. No sólo ha dicho lo correcto, sino que no decirlo sería una indignidad. Mucho más cuando, aunque pueda haber alguna mujer que quiera llevarlo sin presión alguna, lo cierto es que en muchos países del mundo violar esa norma puede acarrear gravísimos castigos, hasta la muerte, mientras que en otros, incluido el nuestro, aunque no lo digan las leyes la presión comunitaria es tremenda.
Pongamos el caso de la Iglesia católica, para la cual si dos personas se casan así deben seguir toda su vida, aunque se odien y se hagan infelices. No se trata de prohibir que la Iglesia lo diga ni de obligar a divorciarse a nadie que no quiera, aunque lo suyo sea un desastre. Pero nadie que respete la libertad puede dejar de decir que se trata de una norma bárbara, reaccionaria y recomendar que no se cumpla. ¿O es algo cultural también?

Falta por ver cómo se comporta Bibiana Aído en lo fundamental. Si, por ejemplo, también es capaz de decir que la actual legislación sobre interrupción voluntaria del embarazo niega el derecho de las mujeres a decidir, o que los permisos de maternidad y paternidad deben tener igual duración. Pero en los tres asuntos citados, tenía razón. Desde su nombramiento se veía venir que iban a por ella.



Trasversales