Trasversales
Juan Manuel Vera

Huellas del estalinismo en España

Revista Trasversales número 8,  otoño 2007, versión electrónica

Textos del autor en Trasversales




El debate en torno a la memoria histórica, con motivo del proyecto de ley elaborado por el Gobierno, ha sido muy revelador de la persistencia de una herencia franquista sólidamente instalado en la derecha clerical española. Pero si analizamos el discurso de determinados historiadores y opiniones vinculadas de algún modo a la izquierda de tradición comunista, encontramos otro fenómeno también preocupante: la apología de la política desarrollada durante la guerra civil por el PCE y por el Gobierno de Juan Negrín y el silencio sobre el papel del estalinismo en España.
La hagiografía republicana y negrinista que algunos han emprendido forma parte de una ocultación de las convulsiones y enfrentamientos sociales que caracterizaron a la II Republica  y del menosprecio del proceso revolucionario desarrollado a partir del levantamiento militar de julio de 1936. De esa manera suele limitarse un mero conflicto antifascista lo que, también, fue una lucha social entre dos Españas, la trabajadora y la burguesa.
La conmemoración de los 70 años de los Hechos de Mayo y de la posterior represión contra el POUM, así como del secuestro y asesinato de Andreu Nin, ha venido a revelar la persistencia en sectores de opinión izquierdista de un desconocimiento voluntario de lo que fue el papel en dichos acontecimientos del PCE, del Gobierno de Negrín y de los consejeros soviéticos que influían enormemente en la política republicana.
Frente a ese manto de silencio respecto a la siniestra política del estalinismo en España, aparecen ahora dos testimonios irrefutables de  lo que fue el estalinismo en nuestro país y de los crímenes cometidos por sus agentes soviéticos y españoles.

El primero de esos testimonios es una reedición del libelo estalinista "Espionaje en España", atribuido a Max Rieger, que recopiló todas las falsedades y pruebas falsas que pretendieron "demostrar" que el POUM había sido un partido al servicio de Franco y la Falange. Los editores han incluido también el texto de Georges Soria "El trotskismo al servicio de Franco". Se trata de unos documentos insertos en la tradición que hizo posible en la Rusia estalinista los procesos de Moscú y en sus páginas se siente el aliento criminógeno del fiscal Vychinski. Al fin y al cabo, "Espionaje en España" era un instrumento para preparar una traslación a España de los métodos de los procesos de Moscú, con los que Stalin estaba aniquilando públicamente a la vieja guardia bolchevique (mientras calladamente se masacraba y encerraba en el GULAG a centenares de miles, a millones de hombres y mujeres).
La edición de "Espionaje en España" que ha preparado Editorial Renacimiento cuenta con un excelente prólogo de Pelai Pagès que ayuda a contextualizar la publicación y aporta datos esenciales sobre el mismo. Algunas personas podrían dudar de la conveniencia de reeditar un documento de esta naturaleza, digno de formar parte de la hégira de los Protocolos de los sabios de Sión. En mi opinión, la respuesta a su oportunidad es claramente afirmativa. Las nuevas generaciones tienen derecho a conocer lo que los comunistas españoles difundían y aceptaban ciegamente. Especialmente, ahora, cuando después de la apertura de los archivos soviéticos, incluso sabemos cómo se prepararon las pruebas falsas que debían permitir ejecutar a todos los miembros de la dirección política del POUM tras un proceso en Barcelona a la imagen de los de Moscú. Es necesario que se conozca lo que fue el estalinismo en general y sus manifestaciones en España, de las cuales este libro, auténtico llamamiento al asesinato  sobre la base de mentiras y pruebas falsas, es una huella evidente. Además, como bien señala, Pelai Pagès, "dar a conocer lo que fue y lo que dijo el estalinismo en su época de esplendor es la mejor vacuna para que actitudes similares no puedan volver a repetirse en el futuro".

Por otra parte, el libro atribuido a Max Rieger suscita diversas curiosidades. La primera de ellas es la de su autoría, nunca plenamente averiguada, pues Max Rieger es un seudónimo. Se ha hablado en ocasiones de un autor colectivo y de que una de las plumas que participaron podía ser la del militante comunista asturiano Wenceslao Roces. No menos curiosa es la presencia como prologuista del libelo del poeta católico José Bergamin, que asume un protagonismo especialmente innoble, el de facilitar un aval "intelectual" al producto. Sin embargo, probablemente sobrepasó con holgura el papel pretendido por los impulsores del libro, incorporando llamamientos apenas encubiertos al linchamiento de los militantes del POUM. Como Bergamín nunca renegó de ese prólogo infame, hemos de decir ahora que Bergamín se convirtió en mano de obra voluntaria para la justificación del  asesinato político.
El libro, por supuesto, no sirvió a sus objetivos. Cuando en octubre de 1938, en plena decadencia de la hegemonía comunista, los dirigentes del POUM fueron juzgados, el Tribunal reconoció que eran miembros de un partido destacadamente antifascista y les condeno por razones políticas, por su participación en los Hechos de Mayo y no por espionaje como había pretendido el PCE..
Si "Espionaje en España" es un testimonio del estalinismo escrito por sus propias plumas y sus propios agentes, el libro que acaba de publicar Editorial Sepha, "Los verdugos de la revolución española (1937-1938)", de Katia Landau, es un testimonio directo de las víctimas del estalinismo en España.

"Los verdugos de la revolución española", escrito en 1938 e inédito hasta ahora en castellano, es una crónica de la represión contra el POUM y, especialmente, del secuestro y asesinato del marido de Katia, el dirigente antifascista austriaco Kurt Landau. Perseguido por el nazismo y por el estalinismo, Kurt Landau es otro de los símbolos de la generación socialista y revolucionaria que combatió en su momento los totalitarismos del siglo veinte.
Kurt y Katia llegaron a Barcelona y se unieron al POUM en noviembre de 1936, desempeñando él labores de coordinación en nombre del partido con los periodistas y colaboradores extranjeros y apoyando Katia las labores del secretariado femenino del POUM. Al iniciarse la represión contra el POUM en junio de 1937, Katia fue detenida y encarcelada y Kurt encontró refugio en la casa barcelonesa de Francesc de Cabo y Carlota Durany.
El 23 de septiembre de 1937 Kurt Landau fue secuestrado y asesinado. Las autoridades republicanas negaron la información sobre su destino, aunque la mano de los agentes soviéticos estaba indudablemente detrás de este crimen. Katia, desde la cárcel de mujeres de Barcelona, inició el 8 de noviembre de 1937 una huelga de hambre exigiendo conocer la verdad sobre la suerte de su marido. A su huelga de hambre se unieron más de 500 mujeres en la prisión de Barcelona, forzando al Ministro de Justicia, Manuel de Irujo, a visitarla en persona. Meses después salió de España.

Con pocos meses de distancia quienes se ocultaron bajo el nombre de Max Rieger y José Bergamín publicaron un libro, y Katia su testimonio. Y ahora, en papel impreso tenemos a nuestra disposición la voz de las víctimas y la voz de los verdugos. Ambos son intensos recordatorios de que fue el estalinismo y de que los métodos del totalitarismo del estado soviético eran algo completamente ajeno a la izquierda y a sus tradiciones libertarias y democráticas. Ambos libros registran lo que algunos han querido ocultar, las huellas del estalinismo en España.

Terminaremos citando nuevamente a Pelai Pagés que nos recuerda la actualidad de esta memoria histórica. "En la defensa de una sociedad plural y democrática, nadie está inmunizado para prevenir el retorno de posiciones autoritarias y en política, desgraciadamente, el recurso a la mentira sigue siendo un instrumento demasiado frecuente como método para derrotar al contrincante político".



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