Trasversales
Ainhoa Lagardère

Libertad para Birmania

Revista Trasversales número 8,  otoño 2007




Birmania sufre una dictadura militar desde 1962. Tras la brutal represión del movimiento democrático en 1988, hubo un amago de apertura en 1990, con elecciones en las que la Liga Nacional para la Democracia, liderada por Aung San Suu Kyi, obtuvo el 80% de los escaños. La junta desconoció los inesperados resultados y redobló la represión. La tortura, el asesinato, el trabajo forzado y las violaciones de mujeres, especialmente las de grupos étnicos minoritarios, son prácticas habituales del régimen y sus sicarios.

En agosto de 2007 se iniciaron protestas populares contra las grandes subidas de precios. Movilizaciones de estudiantes, primero, para luego abarcar amplias capas de la población, incluyendo a los monjes budistas, lo que llamó la atención de los medios de comunicación. En agosto y septiembre ha habido numerosos actos de protesta, desde los protagonizados por diez o quince personas hasta manifestaciones de cien mil personas.

¿Qué podemos hacer, además de expresar nuestra solidaridad, para ejercer una ayuda efectiva? Colaborar con las campañas "Free Burma", pero sobre todo presionar a nuestros gobiernos para que ellos presionen a su vez en los organismos internacionales para lograr medidas contra la junta militar de Than Shwe y Sope Win.

El mayor aliado de la junta birmana son los "comuliberistas" dirigentes de China, su proveedor de armas muy interesado en el gas y el petróleo de Birmania. Desde su lugar en el Consejo de Seguridad ha tenido un papel destacado para evitar la adopción de sanciones, aunque tampoco otras potencias han puesto mucho empeño en ello, entre otras cosas por los intereses de empresas como la francesa Total (de la que el actual ministro de exteriores francés cobró 25.000 dólares en 2003 por un informe sobre Birmania), las estadounidenses Unocal y Texaco, la japonesa Nippon Oil o la británica Premier Oil.


Bayona, septiembre 2007


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