Trasversales
Miquel Monserrat

Las sirenas de Bagdad

Revista Trasversales número 5,  invierno 2006-2007



 - Tú no puedes vivir en el pecado, tú no.
- No vivo en el pecado, vivo mi vida
- ¿Ya no crees en Dios?
- Creo en lo que hago, y eso me basta


Les Sirènes de Bagdad, Yasmina Khadra, ed. Julliard, 2006, París

Si durante el periodo de la guerra fría quienes mejor representaron el pensamiento y la acción rebelde fueron aquellos que supieron alzarse contra el “comunismo” estalinista y contra la depredación imperial-capitalista, tal vez nadie represente hoy mejor la rebelión y la lucidez ética y política que las mujeres y los hombres que en el mundo árabe o de influencia musulmana hacen frente simultáneamente al islamismo y a la brutal estrategia neoconservadora. Una de esas personas que dan honor a esta época desde la tarea que han asumido es el escritor Yasmina Khadra, cuyo nombre real es Mohamed Moulesshoul.
Si en La parte del muerto (Alianza Editorial) Khadra tomaba como fondo de su historia la corrupción del régimen argelino y la emergencia del terror islamista en aquel país, si en El atentado (Alianza) se sumerge en el conflicto palestino-israelí a través de un viaje retrospectivo en busca de las causas que llevaron a una mujer palestina culta y acomodada a convertirse en una “bomba humana” que provoca una masacre de civiles, ahora, con Las sirenas de Bagdad,  entra de lleno en Irak.

Una historia sombría, como sombría era la situación de ese país bajo la tiranía de Sadam y como sigue siéndolo ahora. Bajo el impacto de las humillaciones y abusos de los ocupantes, los prejucios patriarcales arraigados en el protagonista, en apariencia persona moderada y pacífica, pasan a primer plano y hacen de él un candidato a terrorista. En gran medida, esta novela es la historia de esa transformación, aunque si algún defecto encuentro en ella es que quizá su final sea demasiado optimista.
Entre la bruma de tantas barbaries entrecruzadas, algunas luces que sobrevuelan ocasionalmente el relato permiten mantener la esperanza, en la medida que hay resistencia: la doctora Farah, los generosos amantes Omar y Hany, los sindicalistas Sobhi y el compañero que le venga a costa de su vida, el profesor Seen... Ellas y ellos, que no empuñan armas, nos hablan de las únicas rebeliones dignas de tal nombre.

Una vez más, Khadra nos ayuda a comprender, sin eludir la complejidad, sin maniqueismo, sin neutralidades complacientes y sin recetas.

Trasversales