Samuel Farber Cuba: la probable transición y sus políticas Revista Trasversales versión electrónica número 3, verano 2006; versión papel número 4, otoño 2006 Samuel Farber es un socialista nacido y criado en Cuba. Autor de numerosos libros sobre ese país, como The Origins of the Cuban Revolution Reconsidered, University of North Carolina Press. Traducción de Trasversales, revisada y corregida por el autor. Más textos de Samuel Farber en Trasversales Si las actuales tendencias mundiales económicas
y políticas siguen prevaleciendo, la muerte de Fidel Castro será
seguida, quizás tras un corto periodo continuista que dé tranquilidad
a cubanos y extranjeros sobre la estabilidad del sistema, por un significativo
cambio institucional en la vida económica, social y política
cubana. Importantes líderes cubanos han expresado en varias ocasiones
su seria preocupación ante la posibilidad de un cambio brusco del
curso de la revolución tras la muerte de Fidel Castro. Él mismo,
en un discurso en la Universidad de La Habana (17/11/2005), advirtió
que aunque Estados Unidos (EEUU) no había podido derrotar al sistema
político de Cuba, la revolución podría ser derrotada
como resultado de la corrupción y de sus propios errores (1). Los escenarios de la transición y sus consecuencias ideológicas y políticas En 1993, Carmelo Mesa-Lago, destacada figura en
el campo de los estudios sobre Cuba, y Horst Fabian, sugirieron cinco posibles
escenarios políticos y económicos para el proceso de entrada
de Cuba en el "periodo especial en la época de la paz," anunciado
por el derrumbe del bloque soviético. Los primeros cuatro escenarios
asumían la continuación del liderazgo de Fidel Castro, pero
el quinto suponía su ausencia. Casi quince años más tarde, encontramos una situación en la que se mezclan elementos de estas cinco opciones. Han tenido lugar cambios sociales y económicos, a pesar de episódicos momentos de intensificación de la represión política, como fue la dura persecución de disidentes que tuvo lugar en la primavera de 2003. En particular, ha habido una significativa liberalización cultural y religiosa, así como importantes, aunque limitadas, reformas económicas de apertura al mercado. El cambio más importante ha sido el substancial crecimiento de la inversión extranjera bajo la forma de joint ventures en asociación con el gobierno cubano, y la legalización y el establecimiento de la economía dolarizada en 1993 (5). Las pequeñas empresas familiares cubanas fueron autorizadas en los noventa, pero posteriormente han sufrido significativas restricciones. En el ámbito político, aún son muy fuertes el dominio del partido único y la severa restricción de las actividades de la oposición. La muerte natural de Fidel Castro hará desaparecer
el elemento que más cohesión da al sistema político
de Cuba, afectando, muy probablemente y en primer lugar, al apoyo popular
y a la legitimidad del régimen. No hay duda de que el régimen
ha perdido apoyo popular, particularmente desde la crisis económica
provocada a comienzos de los noventa por el derrumbe del bloque soviético.
Con todo, Fidel Castro conserva un significativo respaldo o, al menos, cuenta
con la reverencia y el respeto de una parte substancial de la población
cubana. Es dudoso que el espacio de Fidel Castro pueda ser ocupado por otros
líderes de la revolución, incluyendo a su nada carismático
hermano Raúl, que en cualquier caso es sólo cinco años
más joven que su hermano mayor. La inevitable reducción del apoyo social
y de la legitimidad a la que dará lugar la muerte de Fidel Castro
debilitará significativamente la cohesión interna del régimen.
Sin Castro, no habrá nadie que pueda zanjar los desacuerdos en el
seno del equipo dirigente. La ausencia de Fidel Castro abrirá la posibilidad
de que una o más facciones del aparato procuren obtener un sostén
externo a las cúpulas del sistema, solicitando el apoyo popular para
sus posiciones. Esta petición de respaldo encontrará extenso
eco entre la población a causa de las frustraciones contenidas y del
ansia, anulada durante largo tiempo, de tener acceso a bienes de consumo,
y también a causa de la sensación, presente ante todo entre
los jóvenes, de que no hay esperanzas de conseguir un futuro mejor.
Probablemente, el proceso de transición en
Cuba irá acompañado de un importante realineamiento político
que dará lugar a una escena política substancialmente diferente
a aquella a la que nos hemos habituado durante los últimos cincuenta
años. Previsiblemente, el actual grupo dominante cubano se escindiría,
poniendo fin a la "unidad" forzosa impuesta por la dictadura de Fidel Castro.
Aparecerán importantes fuerzas procapitalistas y neoliberales, salidas
de los armarios del Partido Comunista y de los cuadros directivos y tecnócratas
presentes en las joint ventures y en las empresas de las fuerzas armadas. El ejército cubano y la "vía china" Es difícil imaginar una transición
cubana en la que el ejército cubano no desempeñe un papel
importante, por varias razones: En cualquier caso, e independientemente de quién termine ocupando la presidencia cubana tras el fallecimiento de Fidel Castro, las fuerzas armadas cubanas se han situado a sí mismas como los lógicos sucesores de Fidel Castro en verdaderos términos de poder. Probablemente, los tecnócratas y gestores del ejército formarán una alianza y buscarán la ayuda de otro importante grupo con el que comparten una común perspectiva tecnocrática: los técnicos y gerentes civiles de las joint ventures presentes en otros sectores económicos (9). Hay indicios de que el ejército podría
seguir el modelo chino de desarrollo, adecuándose a las tendencias
actuales y probablemente modificado para que permita una centralización
gubernamental de la actividad económica. relativamente mayor. Entre
estos indicios puedo citar: En abril de 2005, en un momento en el que aumentaban
las inversiones chinas en Cuba, particularmente en la industria del níquel,
Raúl Castro visitó China y dijo a sus anfitriones que "lo
que han hecho aquí es muy alentador... hay personas preocupadas por
el desarrollo de China, sin embargo nosotros nos sentimos felices y tranquilos,
ya que ustedes han confirmado que, como decimos allá, un mundo mejor
es posible"(10). Por otra parte, recientemente se ha desarrollado un sector más pragmático en el ala dura de la derecha cubana, causando la consternación de otras franjas de esa misma derecha extrema, como Diaz-Balart y Ross Lehtinen, representantes republicanos de la Florida del Sur en el Congreso. Portavoces de esta ala más pragmática han señalado que la ausencia de Fidel Castro no dará lugar a una "democratización" inmediata o automática y que el régimen podrá mantenerse en cierta forma tras la muerte de Fidel Castro (12). Analistas cercanos a estos círculos derechistas más pragmáticos, como el ex-funcionario de la CIA Brian Latell, que estuvo a cargo de los asuntos cubanos, han desarrollado una perspectiva más realista y no totalmente hostil a Raúl Castro, como el tipo de sucesor con el que EEUU podría entenderse (13). En cualquier caso, la derecha cubano-estadounidense
sólo podría tomar completamente el poder en Cuba si tiene
lugar una poco verosímil ocupación militar de EEUU, que probablemente
requeriría la presencia de cientos de miles de soldados. Una opción
semejante sólo fue tomada seriamente en consideración durante
la crisis de los misiles en 1962 (14). Aunque el capital cubano-estadounidense
puede ser una importante fuente para la inversión exterior necesaria,
no parece que eso sea suficiente para permitirles asumir el control de la
isla. Es más probable que la cúpula del ejército cubano
dé la bienvenida a las inversiones de los capitalistas cubano-estadounidenses,
pero dejando claro que será el ejército el que mantenga las
riendas del control politico. Ideología y política de la transición Cualquier grado de apertura política en la sociedad cubana dará lugar a una explosión de expresiones políticas y culturales hasta entonces amordazadas. Centenares de miles de cubanos han acumulado durante largo tiempo un sentimiento de irritación por la imposibilidad de decir lo que piensan y por la "doble moral" que han sido forzados a practicar en su existencia cotidiana. Es probable que esta explosión incluya en un lugar prominente las reclamaciones de verdad histórica que han sido suprimidas o al menos firmemente controladas por el régimen de Castro. Estas demandas incluirán el que se abran los archivos del gobierno para establecer la verdad sobre acontecimientos históricos críticos, tales como los encarcelamientos masivos, las ejecuciones e incluso la relocalización forzosa de comunidades enteras en los años 70 e incluso antes (15), así como, hablando de acontecimientos más recientes, la historia completa de todo lo que rodea la ejecución del general Arnaldo Ochoa y sus colegas en 1989. La transición en Cuba a una forma de capitalismo
controlada o patrocinada por el Estado será dirigida, según
lo sugerido antes, por el ejército, los tecnócratas de las
joint ventures y otros miembros del actual aparato dominante.
Es dudoso que los líderes de los pequeños y más bien
marginales grupos disidentes puedan desempeñar un papel importante
en la transición, aunque la mayoría de estos grupos no sólo
está a favor de la denominada economía de mercado, sino que
parecen asumir que es prácticamente una ley de la naturaleza. El Estado de bienestar cubano, ya sometido a tensiones
graves desde el derrumbre del bloque soviético, podría decaer
aún más en el futuro (el deterioro de la sanidad y de otros
servicios sociales en China es muy instructivo al respecto) (16). Esto incluiría
probablemente la privatización de la asistencia médica, dejando
un servicio de beneficiencia para los pobres similar al Medicaid estadounidense
(17). La enseñanza privada crecería substancialmente, patrocinada
en gran medida por las órdenes religiosas católicas que se
quedarían con los mejores profesores y las mejores instalaciones,
para educar a los hijos de los triunfadores: propietarios, administradores
y técnicos de los sectores "ganadores" de la economía. La derecha Se desarrollará una derecha dura basada en
conservadores autóctonos y en derechistas cubano-estadounidenses retornados
a la isla. Es evidente que esta derecha extrema apoyará y defenderá
una terapia capitalista de choque, con privatizaciones y ataques contra los
derechos laborales y la legislación social. Sin embargo, es probable
que la derecha se divida por diversas razones, incluyendo el hecho de que
un gobierno de transición cooptará a algunos de sus dirigentes
y, muy en particular, de que varios de sus miembros recibirán diversas
concesiones económicas. Un partido demócrata-cristiano podría potencialmente acoger a la derecha moderada, incluyendo a muchos partidarios de la economía de mercado visibles en espacios tales como la influyente revista publicada en el exilio "Encuentro de la Cultura Cubana", con sede en Madrid. Este partido estará sometido a presiones procedentes de la derecha: en primer lugar, las de sus actuales socios neoliberales y derechistas en la coalición política en el exilio llamada Plataforma Democrática Cubana; y, en segundo lugar, aunque quizá sea lo más importante, las de la jerarquía católica cubana. La mayoría de los principales elementos de esa jerarquía se han comportado de una manera peculiar, combinando una oposición política moderada, cauta e incluso tímida frente al gobierno de Fidel Castro, con una posición marcadamente conservadora en asuntos sociales y culturales. La carta pastoral del principal dirigente de esta jerarquía, el cardenal Jaime Ortega y Alamino, publicada el 25 de febrero de 2003, expresó claramente esta actitud social y cultural, declarando que "La experiencia demuestra que sexo, alcohol y droga se entrelazan peligrosamente."(19). La agenda de la jerarquía católica cubana en cuanto a control de la natalidad, aborto y enseñanza de la religión en las escuelas públicas hará difícil que los demócratas cristianos puedan funcionar como un partido capaz de incluir a toda la derecha moderada o a todo el centro-derecha. Es más probable que haya varios partidos de ese signo, uno católico y otro(s) de carácter aconfesional. Ninguno será un gran partidode masas, pues se basarán principalmente en las clases medias ilustradas, incluyendo a muchos ex-funcionarios comunistas y ambiciosos tecnócratas y profesionales jóvenes. Independientemente de su posible división en diversas formaciones políticas, las derechas moderadas y las derechas extremas compartirán algunas características ideológicas: elogiarán y exagerarán los supuestos logros de la república pre-revolucionaria (20), dirán que una revolución social radical no era necesaria ni estaba justificada en la Cuba de finales de los 50 y negarán la naturaleza imperialista de la política de Estados Unidos. Aunque criticarán la naturaleza opresiva y antidemocrática del comunismo fidelista cubano, evitarán hacer la distinción analítica fundamental entre revolución social radical en términos generales y la específica revolución comunista fidelista que tuvo lugar en Cuba. Y los neofidelistas de los que hablaré más adelante tampoco serán capaces de hacer esa distinción. Resistir ante la tendencia derechizadora Mientras que sectores importantes de la burocracia
del Partido Comunista y de las fuerzas armadas optarán probablemente
por la vía capitalista neoliberal, otros miembros de estas instituciones,
especialmente los que no se han beneficiado del sector económico formado
por las joint ventures, se resistirán y se opondrán a esa opción.
Esta es una de las principales razones que explican por qué es probable
que el comunismo fidelista siga siendo una fuerza política importante
en la Cuba de la transición. Los rasgos de esta fuerza política
podrían verse afectados por la disyuntiva que podría plantearse
entre, por un lado, su participación, aunque sea renuente, en el
gobierno de transición, quizás en coalición con el
ejército y con tecnócratas económicos civiles, y, por
otro, su paso a una oposición abierta desde el comienzo. En cualquier
caso, el neofidelismo iría aumentando gradualmente su componente
nacionalista cubano y renegando gradualmente del marxismo, aunque manteniendo
algún tipo de ideología "socialista", tendencia comenzada
ya en los años 90. Como inevitablemente emergerán revelaciones
sobre las violaciones de los derechos humanos y los abusos en el pasado fidelista,
el neofidelismo intentará desviar las responsabilidades culpando de
todo a la influencia soviética y de Europa Oriental sobre el "socialismo
cubano", distorsionando el papel del bloque soviético en el proceso
revolucionario cubano. También continuará defendiendo la interpretación
histórica fidelista de la revolución cubana. Esto incluirá
un nuevo énfasis nacionalista y antiimperialista, un repudio de la
influencia soviética y de Europa Oriental y la proclamación
de Fidel Castro como aquel que, en la segunda mitad del siglo veinte, tradujo
a la práctica la visión política de José Marti.
Esta corriente política representará una forma de nacionalismo
fuertemente autoritario aunque defensor de ciertos elementos de protección
social, combinando rasgos similares a los de los partidos comunistas y los
partidos gobernantes en Rusia y Bielorrusia en los años 90. La pequeña dimensión y debilidad de
los grupos e individuos que han ejercido una oposición de izquierdas
al régimen de Castro será un obstáculo importante para
la construcción de una alternativa de izquierda democrática
y revolucionaria al neoliberalismo capitalista y al neofidelismo. El otro
gran obstáculo será que, probablemente, el neoliberalismo y
su noción de que "no hay alternativa" seguirán prevaleciendo
en la mayor parte del mundo. El descrédito causado al socialismo por
las dictaduras de partido único agregará aún más
dificultades para la construcción de una alternativa democrático-revolucionaria
de izquierdas frente al impacto del neoliberalismo en la transición
cubana. Esta nueva izquierda cubana democrática y
revolucionaria entrará en conflicto político e histórico
con la derecha, tanto la moderada como la extrema, en torno a los orígenes
y contexto de la revolución cubana. Esta nueva izquierda tendrá
que argumentar que una revolución social radical estaba justificada
en la Cuba de finales de los años 50, a causa de una amplia variedad
de factores socioeconómicos e históricos. Esta nueva perspectiva
de izquierda revolucionaria tiene raíces en la historia cubana. Puede
vincularse con lo mejor del nacionalismo cubano, como Antonio Guiteras, representante
del ala nacionalista y socialista de los revolucionarios de 1933, e incluso
con lo mejor del comunismo cubano, como el representado por las políticas
pre-estalinistas y principistas desarrolladas por el fundador del comunismo
cubano, Julio Antonio Mella (asesinado en México en 1929). Se plantearán otros temas para los que no se encontrarán fácilmente precedentes en la historia política cubana. La apropiación privada de lo que ha sido propiedad pública durante muchas décadas (es importante tener presente que muchas instalaciones se han construido después de 1959 y nunca fueron propiedad privada) pondrá sobre la mesa la necesidad de desarrollar prácticas de autogestión y de control de los trabajadores que no tienen ninguna raíz significativa en la historia militante de la clase obrera cubana (22). La continuada marginalización de la población negra podría exigir, entre otras cosas, el desarrollo de lo que en EEUU se denomina "acción afirmativa", que en Cuba sólo tiene débiles ecos en algunas de las reivindicaciones del Partido Independiente de Color a comienzos del siglo veinte e, irónicamente, en algunas reivindicaciones alzadas y después abandonadas por los viejos comunistas cubanos en los tempranos días de la revolution(23). Por último, pero no menos importante, lo ocurrido en los procesos de transición postcomunistas en Europa Oriental y en la URSS nos lanza un aviso sobre la amenaza de una regresión significativa en los derechos de la mujer y en la igualdad. Esto, junto a la esperable ofensiva de la jerarquía católica en torno al aborto, la planificación familiar y quizás incluso el divorcio, pondrá de relieve la larga ausencia de un movimiento independiente de mujeres. Los ecos distantes de tales movimientos en la Cuba de los años 20 y de los años 30 del siglo veinte son débiles en comparación con la influencia que ha tenido la pesada carga del control del partido y del Estado que ha ido asociada a la oficial Federación de Mujeres Cubanas. Crear una base social para esta nueva corriente
de izquierda requerirá el reestablecimiento de un movimiento sindical
libre, independiente y políticamente consciente, basado en una clase
obrera que alcanzó un alto nivel educativo durante el régimen
de Castro. Este nuevo sindicalismo necesitará concentrar sus esfuerzos
en el sector turístico y las nuevas industrias que, en parte, pueden
desarrollarse en torno a éste, pero que también podrán
hacerlo como industrias maquiladoras que se aprovechen de la proximidad a
los puertos de EEUU para la exportación de ropa y otros productos terminados
y semielaborados de bajo costo. La biotecnología y las industrias
extractivas tales como las del níquel y el petróleo están
destinadas a crecer bajo el control de capital estadounidense, canadiense,
chino o europeo, o en joint ventures en las que participen socios extranjeros
junto a capital cubano de origen privado o estatal. Esto contribuirá
a la creación de una mano de obra bastante concentrada que no sería
muy difícil de organizar salvo por la represión estatal y
capitalista. Además de tener que enfrentarse a la derecha,
la nueva izquierda revolucionaria y democrática también hará
frente a otros importantes obstáculos y a una intensa competencia por
parte de las fuerzas neofidelistas antes descritas. Ambas corrientes se confrontarán
en torno a dos concepciones totalmente distintas de la izquierda y del socialismo,
en la teoría y en la práctica de la organización social.
Durante muchos años, la izquierda se ha asociado con la crítica
y la oposición al capitalismo. Sin embargo, esta concepción
mantiene viva una ambigüedad que a veces resulta fatal. Conclusión Sé perfectamente y lamento que acabo de presentar
una perspectiva algo pesimista sobre la transición en Cuba después
de Fidel Castro. Pero en el espíritu del marxista italiano Antonio
Gramsci, "pesimismo de la inteligencia y optimismo de la voluntad", también
he indicado que tal transición no marcará un "fin de la historia"
para el pueblo cubano. También habrá una resistencia arraigada
en las realidades socioeconómicas y en las combativas tradiciones
políticas cubanas. NOTAS 1. Vease, por ejemplo, el informe de una intervención del Ministro de Asuntos Exteriores cubano, Felipe Pérez Roque, hecho por Gerardo Arreola, corresponsal en La Habana del diario mejicano La Jornada: “Tras la sucesión de Castro el enemigo buscará vuelco en la política de Cuba” [26/12/2005]. Fidel Castro se extendió sobre este tema en una larga entrevista, publicada como libro, concedida a Ignacio Ramonet, de Le Monde Diplomatique, en 2003 y 2005. Para un extracto de esta entrevista vease www.inprecor.org.br, 4 abril de 2006. 2. Carmelo Mesa-Lago and Horst Fabian, “Analogies Between East European Socialist Regimes and Cuba: Scenarios for the Future,” Carmelo Mesa-Lago (ed.), Cuba After the Cold War (Pittsburgh and London: University of Pittsburgh Press, 1993), Mark Falcoff, Cuba The Morning After: Confronting Castro’s Legacy (Washington D.C.: The AEI Press, Publisher for the American Enterprise Institute, 2003), y los numerosos volúmenes de Cuba in Transition, publicación de la Association for the Study of the Cuban Economy, con sede en Washington, D.C. 3. El caso de la antigua URSS es instructivo en este contexto. El derrumbe del comunismo en 1991 acentuó mucho una desilusión y un desencanto ya existentes respecto a la revolución en general y a la revolución bolchevique en particular. Vease, por ejemplo, Orlando Figes y Boris Kolonitskii, Interpreting the Russian Revolution: The Language and Symbols of 1917 (New Haven, London: Yale University Press, 1999). Además, excomunistas rusos se volvieron violentamente contra Lenin con la misma actitud acrítica con la que antes le habían idolatrado. Vease Dmitri Volkogonov, Lenin: A New Biography (New York: The Free Press, 1994), traducido y corregido por Harold Shukman. 4. Mesa-Lago y Fabian, 366-67. 5. El dólar ya no se usa para transacciones económicas públicas, pero su reemplazo por el "peso convertible" sólo ha modificado, sin eliminar, el predominio del dólar y de otras divisas fuertes en la economía cubana. 6. Para un extenso y detallado relato de las recientes políticas de EEUU hacia Cuba, vease “U.S. Policy on Cuba Beyond the Last Gasp,” Nacla Report on the Americas, Vol. 39, 4, enero-febrero 2006, 15-22 7. Javier Corrales, “The Gatekeeper State: Limited Economic Reforms and Regime Survival in Cuba, 1989-2002,” Latin American Research Review, 39, 2, 50-51. 8. Falcoff, 226-7. 9. Aunque recientemente se ha reducido el número de joint ventures, los tecnócratas militares y civiles y los ejecutivos implicados en estas empresas continúan siendo una relevante fuerza estratégica. 10. “Raúl en Shanghai,” Granma, 21/4/2005. 11. “Mas Canosa pide golpe militar en Cuba,” El Diario-La Prensa, Suplemento de Nueva Jersey, 15/6/1992, 51. La alianza entre el general sandinista Humberto Ortega, cabeza del ejército nicaragüense, y la presidenta Violeta Chamorro -apoyada por EEUU- en la Nicaragua post-sandinista es sugerente en este contexto, aunque el ejército cubano ha sido siempre una institución mucho más poderosa que lo que el ejército nicaragüense haya podido ser nunca. 12. Jaime Suchlicki, “Cuba After Castro,” World and I.com, enero 2004. 13. Brian Latell, After Fidel. The Inside Story of Castro’s Regime and Cuba’s Next Leader (New York: Palgrave McMillan, 2005). 14. El 1 de noviembre de 1962 los militares estadounidenses presentaron a la Casa Blanca una estimación del número de bajas propias en una invasión de Cuba. Las tasaban en 18.484 bajas (muertos, desaparecidos y heridos), de las que 4.462 se habrían producido en el primer día. Aleksandr Fursenko y Timothy Naftali, One Hell of a Gamble. Khrushchev Castro and Kennedy, 1958-1964 (New York: W.W. Norton and Company, 1997), 298. Por supuesto, los cambios producidos en tecnología militar y en apoyo político interno afectarían hoy a tal estimación. 15. Sobre la relocalización forzada de miles de personas desde el centro al oeste de Cuba en los años 70, vease los “Pueblos Cautivos. Entrevista con el doctor José Luis Piñeiro,” Encuentro de la Cultura Cubana, (Madrid), primavera 2001, 20, 228-231 16. En 2004, 90% de la población rural y 60% de la población urbana de China carecía de seguro médico. Cuando la Organización Mundial de la Salud estableció una clasificación de los sistemas públicos de salud de 191 países en el año 2000, China quedó colocada en el puesto 144, detrás de la India (que iba en el 112) y de algunos de los países más pobres de África. The Economist, 21/8/2004. 17. Esa es la lógica de las reformas propuestas por Carmelo Mesa-Lago en el sistema médico cubano. Vease Carmelo Mesa-Lago, “La Seguridad Social”, Encuentro de la Cultura Cubana (Madrid), n.. 25, verano 2002, 322. 18. “Cuba’s Racial Divide” Edward Gonzalez and Kevin F. McCarthy, Cuba After Castro. Legacies, Challenges, and Impediments (Santa Monica, Ca.: Rand Corporation, 2004), 47-66. 19. “No hay Patria sin virtud,” Carta Pastoral del Eminentísimo señor Cardenal Jaime Ortega y Alamino en el 150 aniversario de la muerte del Padre Félix Varela,” Encuentro de la Cultura Cubana (Madrid), 28/29, primavera/verano 2003, 101. 20. Vease la sección titulada "Homenaje a la Republica," Encuentro de la Cultura Cubana, (Madrid), n. 24, primavera 2002. 21. La herencia de Che Guevara es compleja. Era honesto, valiente, entregado e igualitario en sus ideas políticas y en su práctica cotidiana. Pero, por otra parte, no era demócrata y nunca cambió sus opiniones sobre lo deseable del modelo de socialismo basado en el Estado con partido único. También tenía una ascética hostilidad frente al deseo legítimo de los trabajadores de mejorar sus niveles de vida. Samuel Farber, “The Resurrection of Che Guevara,” New Politics (New York), vol. VII, No. 1, verano 1998 (versión en castellano en Trasversales) 22. El establecimiento de algunos "soviets" en el período inmediatamente posterior a la revolución de 1933 fue muy breve y no contribuyó a la creación de una tradición de control obrera y de autogestión en la clase obrera cubana, aunque ésta era muy militante. 23. Vease, por ejemplo, el apoyo dado por el líder comunista cubano Lázaro Peña a políticas similares a las de "acción afirmativa" en “Problemas del movimiento obrero. Debemos combatir prácticamente la discriminación racial desde los sindicatos,” Hoy, 29/3/1959, 1. 24. Hal Draper, “The Two Souls of Socialism,” New Politics (New York), Vol. 5, No. 1, Winter 1966 (versión en castellano en Trasversales) 25. Jan Josef Lipsky, KOR Workers’ Defense Committee in Poland, 1976-1981 (Berkeley, Ca.: The University of California Press, 1985), 121. 26. Thomas Paine, "The Rights of Man", Edmund Burke
and Thomas Paine, Reflections on the Revolution in France and The Rights of
Man (Garden City, N.Y.: Dolphin Books, 1961), 323-24 (mayúsculas y
énfasis en el original) |