Trasversales
Armando Montes

Teología y Poder

Revista Trasversales número 3,  verano 2006



La pastoral Teología y secularización (marzo 2006) de la Conferencia episcopal española es una herramienta de lucha contra la disidencia católica progresista, lo que me interesa, como ateo, por evidenciar el significado autoritario de la estructura eclesial, y como demócrata radical porque los católicos a los que esta pastoral condena son mis aliados en muchos combates por la libertad y la justicia.
Los obispos expresan su preocupación: “A la vez, no son pocos los que en este tiempo, amparándose en un Concilio que no existió, ni en la letra ni en el espíritu, han sembrado la agitación y la zozobra en el corazón de muchos fieles”. Se inquietan ante reflexiones teológicas en las que Cristo es considerado predominantemente desde el punto de vista de lo ético y de la praxis transformadora de la sociedad.

La columna vertebral del discurso episcopal es:
- El reconocimiento de la Revelación, entregada por Dios e inasequible por otra vía a la humanidad, como fundamento radical de “la verdad”.
- La afirmación de la Iglesia católica como única entidad capaz de dar acta notarial de cuál es el contenido y significado de tal “revelación”.
- La proclamación del carácter jerárquico de la Iglesia y la infabilidad y masculinidad de sus estructuras de mando.

La Revelación

La pastoral corta las alas de una libre reflexión sobre el cristianismo. Dice que  toda respuesta nacida de las posibles opiniones humanas será insuficiente, pero que esa insuficiencia puede ser superada, desde el encuentro personal con el Salvador, en el seno de la Iglesia naciente, por medio de una respuesta no-humana, revelada directamente por Dios y traducida e interpretada por la Iglesia católica, formada por hombres pero dotada del don de la infalibilidad.

Los rasgos principales de esta “revelación” serían:
- Su irreducibilidad a lo humano:
... no ha sido inducida de una realidad humana, sino revelada por el Padre que está en los cielos. En sus palabras se encuentra formulado el carácter específico y absoluto de la Revelación cristiana, don gratuito que no se reduce a la sabiduría de este mundo.
- La fe y la obediencia como vía de acceso a ella:
La fe se entiende como una entrega de toda la persona a Dios que se revela y comunica; es escucha y obediencia en su raíz original y, por eso, seguimiento. (...) El ser humano acoge como verdadero lo que Dios ha dicho de Sí, precisamente porque lo ha testimoniado Dios, no porque lo desvele la razón.
- El carácter completo, cerrado y atemporal de tal “revelación”, “su condición de ser completa y definitiva”.

La “Revelación” no sería fuente de inspiración, sino  literalidad que debe ser aceptada íntegramente:
De la negación de un aspecto de la Profesión de fe, se pasa a la pérdida total de la misma, pues al seleccionar unos aspectos y rechazar otros, no se atiende ya al testimonio de Dios, sino a razones humanas.

 Tal “literalidad” que debe ser aceptada sin rechistar en todos sus aspectos incluiría, entre otras cosas, la divinidad de Jesús y su filiación divina, su Resurrección, su Ascensión, su Glorificación, su concepción virginal, la venida del “Señor” en gloria al final de los tiempos, la resurrección de la carne, el juicio particular y final, el Purgatorio, la posibilidad real de condenación eterna (Infierno) o la Bienaventuranza eterna (Cielo). Y ciertas  normas de comportamiento:
- el uso de las facultades sexuales adquiere su verdadero significado y su honestidad moral en el matrimonio legítimo e indisoluble de un hombre con una mujer, abierto a la vida.
-  aquellos métodos que pretendan sustituir y no simplemente ayudar a la intervención de los cónyuges en la procreación, no son admisibles.
- una regulación moralmente correcta de la natalidad no puede recurrir a métodos contraceptivos.
- pecados gravemente contrarios a la castidad... la masturbación, la fornicación, las actividades pornográficas y las prácticas homosexuales.
- el aborto y la eutanasia son acciones gravemente desordenadas, lesivas de la dignidad humana y opuestas a las enseñanzas de Cristo.

La Iglesia

Los jerarcas eclesiásticos necesitan “la Revelación” como conjunto cerrado de normas y dogmas. Pero la literalidad implica el riesgo de tener que ser interpretada y “leída”, y por tanto juzgada. La lectura libre de los “libros sagrados” tiene un potencial subversivo inadmisible para la jerarquía católica, que cierra esa brecha librepensadora admitiendo como único intérprete la estructura eclesial:
Tenemos en el Magisterio de la Iglesia la garantía para explicar correctamente la Revelación de Dios. Como la Alianza instaurada por Dios en Cristo tiene un carácter definitivo, es necesario que esté protegida de desviaciones y fallos que puedan corromperla...
Condenan a quien, autonómamente, "pretende leer la Sagrada Escritura al margen de la Tradición eclesial".

Los pastores

La Iglesia “intérprete” de la Revelación no es la “asamblea de los fieles”. La pastoral deja claras las cosas: ellos, los obispos, son los “testigos de la Verdad”.  Se proclaman...
Conscientes de haber recibido por la imposición de manos la misión de conservar íntegro el depósito de la fe y atentos a la voz de tantos fieles que se sienten zarandeados por cualquier viento de doctrina, hablando con una sola voz en comunión con el Sucesor de Pedro, como testigos de la Verdad divina y católica.

Su soberbia no tiene límites. Se declaran infalibles:
(...) para garantizar esta permanencia en la verdad, Cristo dotó a la Iglesia, especialmente a los pastores, con el carisma de la infalibilidad, que se ejerce de diversas maneras.

Donde decían, en lenguaje teológico, “El ser humano acoge como verdadero lo que Dios ha dicho de Sí, precisamente porque lo ha testimoniado Dios, no porque lo desvele la razón” podemos pues traducir, en términos de Poder: “El ser humano debe acoger lo que digamos nosotros, no porque lo desvele la razón, sino porque lo hemos dicho nosotros”. A quien vacile a la hora de asumir tan ciega obediencia, le dicen: “no te preocupes, somos infalibles”.

Patriarcado

Los obispos no sólo se preocupan de los mecanismos  y las instituciones del poder, sino que también prestan mucha atención a la delimitación precisa de la élite y, dicho claramente, a quitarse de en medio una posible y temida competencia: las mujeres católicas. Se expresan brutalmente, evidenciando beligerancia y un marcado interés personal:

Es preciso recordar las determinaciones magisteriales acerca del varón como único sujeto válido del orden sacramental, porque tal fue la voluntad de Cristo al instituir el sacerdocio. Algunos han pretendido injustificadamente que esa voluntad no consta en la Escritura, lo cual no corresponde a la interpretación auténtica de la Palabra de Dios escrita y transmitida. La doctrina sobre la ordenación sacerdotal reservada a los varones debe ser mantenida de forma definitiva, pues «ha sido propuesta infaliblemente por el Magisterio ordinario y universal». La comunión verdadera con el Magisterio de la Iglesia encuentra hoy día en este punto un criterio certero de verificación.

Definitivamente, dicen los obispos, las mujeres tienen un papel subalterno en la Iglesia católica. Incuestionablemente, pues ha sido proclamado desde “la infabilidad”. Y prestemos atención a la última oración de la frase citada: la aceptación de que esto debe ser así será criterio de verificación de quién está con el “Magisterio”, es decir, con el poder, y quién está en contra.
La Teología, en manos de los jerarcas vaticanistas, desemboca en teocracia... y patriarcado.


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