Trasversales
Armando Montes

Susan Sontag:
el honor de la humanidad


Revista Trasversales número 1,  invierno 2005-2006

El 28 de diciembre de 2004, murió Susan Sontag. Su legado abarca una amplia y premiada obra literaria, pero también un ejemplo ético que nos dice que las cosas sólo "son como son" si las aceptamos, que podemos cambiarlas, que la voz de una sola persona puede ser decisiva y que cuando el silencio cómplice se extiende, lo único que puede romper los muros es, precisamente, la decisión de una persona, o de un puñado de ellas, dispuestas a alzarse contra la barbarie, contra la injusticia.

La fuerza de su grito no era soberbia, sino conciencia de la urgencia. Incómoda para todos los poderes, combatiente contra la guerra de Vietnam, esta gran mujer, que en el año 2001 afirmaba “desprecio y temo a Bush”, opositora a la guerra de Irak, es la misma comprometida en la defensa de los derechos humanos tanto en Nigeria como en Cuba o en China, la luchadora contra el genocidio en Bosnia, la misma que nos recordaba, con lúcido realismo, que los buenos deseos no siempre bastan: “Stop la guerra, Stop el genocidio, leo en las pancartas que ondean en Roma y en Bari. Por la paz. Contra la guerra. ¡Cómo no estar de acuerdo! ¿Pero cómo parar a los que están empeñados en cometer un genocidio sin hacerles la guerra?”.

Susan es nuestro honor, el honor de la humanidad.

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