Trasversales
David Casacuberta

Tecnologías de izquierda

Revista Iniciativa Socialista (primera época de la actual revista Trasversales) , número 59, invierno  2000-2001

Textos del autor en Trasversales



En una entrevista reciente, Umberto Eco nos ha recordado aquella imagen famosa del intelectual frente a un incendio. Mientras el incendio tiene lugar, es inútil ponerse a reflexionar sobre lo que ha producido el incendio y empezar a escribir amargas proclamas. Ese es el momento de arremangarse y salir a ayudar a los bomberos. En todo caso, la función del intelectual debería haber sido previa: estudiar la situación, prever un posible incendio y lanzar propuestas para evitarlo.

Los intelectuales de izquierda, frente a las nuevas tecnologías, actúan un poco como en la caricatura de Eco: se alcachofan en el sillón y esperan a que la tecnología esté en el mercado, usada por centenares de miles de personas, para luego pontificar acerca de los usos alienantes de las nuevas tecnologías.

Quiero aprovechar esta tribuna para pedir a intelectuales, políticos, asociaciones y ciudadanos progresistas a que nos quitemos la venda de los ojos, dejemos de actuar como aguafiestas digitales y empecemos a plantear estrategias alternativas. El mundo digital también es uno, y también puede ser diferente. No hay ningún determinismo tecnológico que ligue Internet con los abusos de la nueva economía. Si un discapacitado visual está severamente limitado a la hora de buscar información por la red, la culpa no es de la tecnología, sino de los señores y señoras que la han planificado sin tener en cuenta que un segmento importante de la población tienen problemas a la hora de visualizar una página. Si un joven de un barrio marginal no tiene ningún interés en pasearse por Internet la culpa no es del HTML sino de que prácticamente ningún gobierno en la Unión Europea se ha planteado la necesidad de construir contenidos alternativos dirigidos a un segmento de población con necesidades especiales.

Y la solución no es, ni mucho menos, el underground digital. Colgar una página alternativa que al final sólo leerán amigos nuestros que ya están convencidos de lo que estamos contando es un ejercicio de narcisismo político que no va a ningún sitio. Informar , contrainformar, es importante, pero no podemos ni debemos quedarnos ahí.

Desde la nueva izquierda tenemos varias tareas por delante. La primera es recoger las necesidades reales de los diferentes colectivos de presión. Los invidentes y las personas con visión reducida necesitan de arquitecturas alternativas que son fácilmente implementables en los websites actuales. La ecología y el reciclaje tienen sin duda un espacio en las oficinas de la nueva economía, en la que los oficinistas derrochan papel y se programan campañas publicitarias como si los recursos fueran inagotables. Gays y lesbianas se encuentran muchas veces con problemas para localizar información relevante enterrada por toneladas de pornografía barata. Más allá del analfabetismo digital -que también es un problema a solventar por la nueva izquierda, y uno de los más graves- en general, muchas comunidades y colectivos aunque disponen de los conocimientos, no se les ha perdido nada en Internet, pues los contenidos que están allí no son para ellos.

En segundo lugar, debemos cambiar el chip: dejar de pensar tanto en Internet como una herramienta de publicación para transformarla en una herramienta de comunicación. El correo electrónico por encima del navegador. En estos momentos hay decenas, si no centenares de pequeños grupos que duplican el trabajo de otros, escribiendo e-zines, buscando información alternativa y básicamente repiten las mismas informaciones. La nueva izquierda ganaría mucho si dispusiéramos de grupos globales donde diferentes organizaciones y colectivos trabajaran codo con codo y organizaran sus estrategias de forma conjunta. Piensa globalmente y actúa globalmente, como nos ha enseñado la experiencia de Seattle.

Y finalmente, debemos participar activamente en la política tecnológica. No nos quedemos mirando como se definen los sistemas operativos y las herramientas del mañana. Presionemos a la administración pública, los ayuntamientos, la Unión Europea, y también a grandes y pequeñas empresas para diseñar, definir, tecnologías de izquierdas. En el mundo digital, las tecnologías son solamente código y podemos redefinir ese código como a nosotros nos vaya mejor. En estos momentos, la Sociedad de la Información está todavía por definir: puede acabar siendo un modo de vida neo-liberal, guiado exclusivamente por el beneficio económico, o puede ser un espacio para la solidaridad, la redistribución de la riqueza, la igualdad de oportunidades y el estado del bienestar. Puede ser un modo de vida basado en el miedo, la sospecha y la intromisión continua en nuestra intimidad, un mundo a la 1984. Pero también puede ser un espacio en el que las nuevas tecnologías facilitan la relación directa entre estado y ciudadano, un espacio en el que los individuos se organizan entre sí para organizar asociaciones que participan activamente en la política municipal, autonómica, estatal y -por que no-hasta mundial. El camino no es fácil, hay muchos obstáculos y muchos poderosos a los que les va bien las cosas tal y como están. Pero ello no quiere decir que nos rindamos. Cerrar esta vía sería como pasar en una partida de póker antes de haber visto las cartas. Un nuevo mundo digital es posible. Pongámonos en marcha.

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